Desde 2009 un pequeño pueblo del interior de Mallorca se ha convertido en punto de unión de vinos, viñas y bodegas, no solo de la isla sino también de todo el mundo. Estamos hablando de Lloseta, cuna de cocineros como Santi Taura o Tomeu Lassio, y pueblo que ha acogido y ha dado a conocer Vinàmica.
Esta empresa, fundada por Joan Carles Serra, Javi Pons y Tomeu Taura, está especializada en la asesoría, venta y distribución de vinos singulares, y se dedica a la búsqueda de los mejores productores de vino del mundo. Todo con el objetivo de extender a toda la isla sus conocimientos sobre el mundo del vino y sus mejores productos.
Hemos hablado con Javi Pons, uno de los socios fundadores de Vinàmica, para que nos cuente un poco más sobre el amplio mundo del vino, el curioso origen de Vinàmica y su relación con Chefsin, que empezó hace ya algunos años como marca colaboradora de los cursos de cocina #a4manos y que acaba de pasar al siguiente nivel, convirtiéndose en marca patrocinadora del proyecto. El resultado de nuestra charla con él es esta interesante una entrevista que no os podéis perder.
¿Cómo nace Vinàmica?
La idea de crear Vinàmica era crear una empresa que mezclase lo tradicional, lo que es el trato al cliente, la personalización de las ventas, el asesoramiento, la ejecución de cartas y la formación para el personal de restaurante. Por una parte queríamos volver a esa parte de esa empresa familiar y volcada con el cliente, y por otra parte intentar descubrir y hacer que la gente conocería las pequeñas maravillas del mundo del vino. Y explicar un poco al mundo lo que es realmente el mundo del vino.
¿Sigue habiendo poca profesionalización en el mercado?
Hay una evolución con respecto a los últimos 15-20 años, pero aún falta muchísima formación y muchísimo trabajo por parte de todos para que el mundo del vino se trate como se tiene que tratar. El conocimiento sobre los vinos va evolucionando pero no al ritmo que evoluciona la gastronomía y creo que es una asignatura pendiente que hay en muchos restaurantes el tener una buena selección de vinos y que te puedan aconsejar en función de lo que vas a comer o del momento en el que estás en el restaurante.
¿Por qué crear Vinàmica en un pueblo como Lloseta?
Por coincidencias de la vida. Tomeu, mi socio, y su hermano Santi son de allí, toda la familia es de allí. Teníamos un local de su familia, que es donde estamos ahora, y que hemos ampliado con 4 locales más. También pensábamos que Palma estaba muy masificada y que el resto de Mallorca estaba abandonada en ese sentido. Por lo que buscamos un sitio más céntrico. A nivel logístico estamos casi en el centro de la isla para poder difundir el mensaje del vino a los pueblos de toda Mallorca y a los del centro.
¿Es un impedimento estar en un pueblo pequeño?
Todo lo contrario. Creo que hay que darle vida a los pueblos y que al final, las empresas se alimentan y crecen en función de lo que hacen, no de donde están. Nosotros vendemos una idea, una manera de entender la vida del vino y una manera de transmitirla a la gente. Eso lo puedes hacer desde casi cualquier punto. Es más importante lo que haces tú que donde estés.
¿Cómo ha sido ir creciendo hasta convertirse en lo que hoy en día es Vinàmica?
La verdad es que el inicio era bastante romántico. Era como esa idea de montar un chiringuito en la playa, estar todo el día haciendo surf y trabajar tres horas. Esa era nuestra idea romántica del vino. Nuestra idea era Tomeu, un repartidor y yo; esa era nuestra idea de empresa. Descubrir los grandes vinos del mundo y descubrir esas pequeñas joyas. Pero por suerte, y gracias a Dios, parece que ese mensaje caló y ya el primer mes tuvimos que contratar otro repartidor y a partir del primer mes la verdad es que ha sido un despegue espectacular. Ha sido una sorpresa fantástica el ver cómo Mallorca nos ha aceptado y cómo los clientes han confiado en nosotros. Me levanto cada día dando las gracias a lo que tenemos ahora que es fruto de muchísimo trabajo y de que la gente nos da a conocer. Hacía falta algo así para volver a ese punto de empresa personal y familiar que por desgracia se ha perdido.
¿Cómo se asesora sobre un vino determinado?
Realmente el asesoramiento es el 95% de nuestro trabajo. Lo que había antiguamente o lo que se había perdido era el preocuparse por lo que quiere el cliente. El asesorar para nosotros lo intentamos definir en una palabra que es vinagement, que está en nuestro logo, en nuestra marca. Para mí es escuchar lo que quiere el cliente y en función de lo que quiere, recomendarle y asesorarle sobre lo que es mejor para él. Eso para mí es lo más importante y la clave de lo que hacemos. Asesoramos después de escuchar a la gente.
¿Cómo descubrís las nuevas bodegas?
Por norma vienen a buscarnos en el buen sentido. Los cocineros con estrella Michelin o los cocineros que pertenecen a Chefsin -que están casi los mejores de las islas-, entre todos se suelen conocer. También a veces nos pasa que nosotros mismos vamos a ferias, nacionales o internacionales, catamos un vino, conocemos a la persona que lo hace y nos enamoramos de él y de su vino y entonces miramos de conseguir ese vino para traerlo a Mallorca. Es un poco el boca a boca de todas partes pero siempre manteniendo ese tipo de vino que nosotros trabajamos que es solo para restauración media-alta.
¿Se apuesta más por el vino de Mallorca?
Sí. No solo aquí, en todas las partes de España y del mundo hay una apuesta por lo autóctono. Hay una recuperación de lo propio. Hemos pasado unos años de globalización donde todo el mundo quería mirar a ciertas partes del mundo del vino como Francia. Había una masificación de intentar copiar un estilo. No podemos ni queremos ser como Francia, debemos ser Mallorca. Con sus uvas, su estilo y sus características del vino. Eso es lo que hace grande el mundo del vino y de la gastronomía. También el resurgir del vino mallorquín ha sido por una gran demanda del turista extranjero y del residente extranjero que quiere probar lo de aquí.
¿Está al alcance de todos un buen vino?
Sí. Tenemos un poco una mentalidad de que un buen vino es caro, y no es así. Un vino tiene que valer lo que tú pagas. Lo que no puede ser es que un vino de 3 euros sea como uno de 50 euros o que uno de 50 euros sea peor que uno de 3 euros. Antiguamente la gente se pensaba que una empresa como nosotros no teníamos vinos económicos y es todo lo contrario. Lo que debes hacer es buscar lo que más te guste y en función de eso comprarlo. Pero para eso hay que probar y dejarse aconsejar sobre todo. El problema es que pensamos siempre que cuanto más dinero más bueno y no siempre es eso.
¿Por qué es importante conocer los vinos?
Es importante para decidir primero si te gusta o no te gusta lo que te están dando. Segundo, valorar si lo que están dando por el precio que estás pagando es coherente. Tercera porque combinar una buena comida con un buen vino es el doble que combinar una buena comida con un vino mediocre o malo. Estamos acostumbrados a la hora de comer a analizar ciertos parámetros. Pero en el vino no, con el vino nos va bien lo que nos dan. No nos paramos a oler el vino, a saborear el vino. Pero creo que entre todos estamos cambiando un poco esa perspectiva.
¿Hay más implicación por parte de los restaurantes?
Hay más implicación porque hay más demanda. A través de esa demanda sí que los restaurantes y los hoteles están cambiando esa manera de pensar. Ahora hay una gran cantidad de gente que va a sitios donde hay una gran oferta de vinos, evidentemente donde se coma bien.
¿Qué ha impulsado a Vinàmica a convertirse en patrocinadores de la marca Chefsin?
Fue una afinidad de pensamientos. La primera vez que Chefsin vino a hablar con nosotros vino de una manera muy directa, honesta y sencilla. Nos explicaron quiénes eran, lo que hacían, lo que querían hacer, a dónde querían ir y vimos que era una empresa muy parecida a la nuestra. Una empresa joven, dinámica, con un concepto muy honesto, con un pensamiento de mejorar algo en la gastronomía, de aportar su granito de arena, de defender lo autóctono. Nos ha hecho ver cómo se puede mejorar la gastronomía de una manera donde nosotros no trabajábamos. Cogiendo todos esos mensajes, agrupándolos en una idea que es Chefsin y lanzarlo al mundo con la bandera de las islas, con la bandera de un buen trabajo bien hecho y de una apuesta por la calidad que intentamos defender nosotros.