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Llega la vendimia. Ha sido un verano con temperaturas por encima de lo normal y ha habido que tomar decisiones sobre recoger la uva antes de tiempo o esperar un poco más, con el riesgo de que se deshidrate y se endulce demasiado.
El proceso previo de recogida de la uva está medido al detalle. Unas semanas antes se empiezan a hacer muestreos: cata organoléptica a los granos de uva cada 4 o 5 días, análisis con controles de maduración… Hasta que se decide que está en estado óptimo para la recogida.
Así lo cuenta a Chefs(in) Esperança Nadal, enóloga de Vins Nadal, que a su vez es vocal de la Denominació d’Origen Binissalem. El 9 de agosto empezaron a vendimiar Chardonnay, uva blanca de maduración temprana. A finales de agosto siguieron con las variedades de Merlot, Syrah y un poco de Cabernet; lo habitual para estas fechas. Más adelante, la variedad Merlot en zonas más frías, así como Prensal, Mantonegro y más Cabernet.
Esperança calcula que, en su caso, la vendimia se alargará hasta la tercera o cuarta semana de septiembre. El calor ha sido la principal preocupación de cara a la vendimia y ha provocado en muchas viñas, un adelanto respecto a 2014 y 2015 (2016 fue un verano más fresco y se retrasó hasta una semana). La consecuencia de las altas temperaturas es que cada vez se vuelve más complicado reunir las condiciones óptimas de maduración para la uva.
A pesar de ello, la salud de la viña es buena. Ha habido pocas enfermedades en lo que a origen fúngico se refiere y se vigila una enfermedad asociada con la madera que a veces despunta. En Vins Nadal se ha vendimiado en un punto medio de maduración. Los vinos serán más cálidos, de mayor graduación, acidez más baja, bastante concentración y notas aromáticas más maduras de la fruta.
En las 36 hectáreas de viñedo de Bodega Biniagual también trabajan todos a pleno rendimiento. Tal y como destaca su responsable comercial, Cristina Basáñez, «trabajamos por convicción y tradición, de una forma cien por cien artesanal, con un cuidado diario y personal. Precisamente por esta razón, cada año es simplemente diferente pero igual, pues nos adaptamos a la madre naturaleza».
La temporada 2017 ha sido lluviosa y fría en el invierno, con una primavera corta pero de temperaturas adecuadas y un verano muy caluroso, con altas humedades tan solo en la última semana de julio y primeras de agosto. «Por nuestra localización, remarca Cristina, el viento térmico embat nos ha mantenido limpios y alejados de posibles enfermedades. Algunas zonas más sensibles han podido reflejar estrés ante las altas temperaturas, pero simplemente nos hemos adaptado para mantener la cantidad y calidad deseada».
«Para cada una de nuestras variedades y dependiendo de para qué referencia de vino sean destinadas, buscamos un equilibrio de acidez, ph y azúcar que se traducen en un grado y cuando alcanzan ese grado, vendimiamos, independientemente de la fecha. Así, iniciamos la vendimia dos semanas antes que en 2016 para dos de las variedades blancas; seguimos con las tintas que se adelantaron tan solo una semana con respecto al año anterior. Hasta la fecha hemos vendimiado 54.000 kilos entre Muscat de Alejandria, Chadornay, Syrah y Mantonegro para nuestro Rosat. Aún nos quedan por vendimiar la Cabernet, Mantonegro para nuestros tintos y Prensall Blanc, unos 70.000 kilos. La calidad de la uva es excelente y calculamos que de no tener sorpresas climatológicas, terminaremos la vendimia a mediados de septiembre».
Alguien que conoce bien los vinos, aunque no sea tan a pié de viña como Esperança y Cristina, es Javi Pons, socio de Vinámica que se atreve con una visión general y pronostica que será una añada con menos producto en todas las variedades de uva. A nivel de calidad, se espera un buen nivel pero no se puede confirmar nada hasta que no superemos el mes “crítico” de la recogida. Así que dentro de un mes “lloraremos un montón o sonreiremos un montón”, dice Javi. El tiempo parece que va a aguantar, aunque sería bueno que lloviera un poco para limpiar la humedad del ambiente.
