Slow Food es amar

Vivir en una pequeña isla (Menorca) te brinda la oportunidad de conocer de cerca a la gente que te rodea y tratar con el producto que la tierra y el mar te ofrece en cada temporada, lo que facilita mucho poder transmitir mi filosofía en cada plato.

Ser Km.0 Slow Food es una gran responsabilidad de la que deberíamos ser partícipes todos los que amamos nuestro entorno, nuestra naturaleza, nuestra vida, nuestro cuerpo y mente. Puede que esas palabras nos suenen fáciles, a frase hecha, pero lo que obviamos es la satisfacción personal que se obtiene de contribuir al medio ambiente, de cuidar nuestra naturaleza, de alimentarnos de forma sana con lo que tenemos a nuestro alrededor, de sabores de casa, de trato personal con el payés, con el pescador; o saber de dónde viene cada producto, entender por qué la naturaleza te da la oportunidad de regalarte cada época del año unos productos distintos con los que puedo transmitir a mis clientes esa sensación de “ya tenemos… ya es la época”.

Disfrutar de cada bocado, de cada sensación al oler, morder, tocar un alimento en su punto óptimo, es genial; te produce una sensación de plenitud. Por simple que sea el plato, su sencillez se redondea con la explicación de » de dónde proviene, de qué manera se ha criado, de qué se alimenta, cultivado, cocinado…».

Es como un laberinto que termina en la sala del restaurante, delante del comensal, con Toni (Tarragó) dando el punto final al gran juego, con una sencilla y simple explicación; como simple y sencilla es mi cocina, que gracias al producto de temporada realza su sabor.

Me identifico como una persona radical, defensora de nuestro producto – producto local y ecológico- como toda persona debería sentir de su tierra. Me gusta viajar y comer lo que me ofrece la naturaleza de cada sitio, sus sabores, sus costumbres… porque a través de la gastronomía realmente se conoce un pueblo y su tradición.

Slow food es amar.