Perdonadme que me salte por una vez el protocolo de esta web. Nunca hemos escrito una editorial, pero creo que ha llegado el momento de hacerlo.
Conocí a Paco Nájar hace ya algunos años. Dieciocho, para ser exactos. Él era el propietario de Frialsa y yo un inexperto y jovencísimo técnico comercial en una empresa de informática. En esa ocasión, no me crucé más de dos o tres veces con él por los pasillos de su empresa.
Volví a verle unos años después, nuevamente en Frialsa, a raíz de un proyecto pionero en web y tienda online cuando casi nadie tenía aún esperanzas puestas en que las compras por internet fueran a despegar.
Y lo cierto es que no volví a verle hasta agosto de 2014, cuando vino junto a Marga, su mujer, a uno de nuestros Hidden Kitchen. Yo estaba ahí, organizando el evento, preocupado porque todo saliera bien, tenso por la climatología y los horarios a cumplir, por la satisfacción de los comensales… En esa situación, cuando llegó el momento del gintonic, a los postres, Paco se levantó, vino a verme (yo intentaba pasar desapercibido escondido en un lugar poco visible del recinto) y me dijo: «Miguel Ángel, yo quiero formar parte de esto. Quiero que mi empresa esté aquí porque esto es un proyecto de éxito en el que quiero participar».
En una frase me había dicho dos cosas: que estaba disfrutando y que Chefs(in) era un acierto. Sé que no me atreví a abrazarle en ese momento, más por la etiqueta que por el sentimiento, y sólo alcancé a soltar un «gracias» y un «la semana que viene vengo a verte».
A partir de ahí empezamos a tener una relación más estrecha, que se fue afianzando con el tiempo. Frialsa se convirtió en un patrocinador principal de Chefs(in) y yo me convertí en su amigo. No de esos amigos con los que uno se va de farra, que los tenía y muy buenos, sino de esos con los que uno va quedando de a poco y, a cada café, le entra algo más en el alma. Una especie de confesor de sus inquietudes, sobre todo empresariales. Ese Paco distante y serio de hace dos décadas se había convertido ahora para mí en un hombre cercano, amable, curioso, generoso y con un gran sentido del humor.
En marzo de este año recibí una llamada suya. «Miguel Ángel, hoy que es lunes y estás en tu despacho, ¿puedo venir a verte a la oficina? Necesito contarte algo.» «¡Claro, Paco, ésta es tu casa!» No tardó mucho en llegar. Nos tomamos un café y me contó, entre otras cosas, que él ya estaba soltando lastre de Frialsa, que desde hacía un tipo estaba en proceso de «relevo generacional» en la empresa y que, sin duda, la cosa iba muy bien. Estaba dejando su empresa en buenas manos. «Pero, ¿sabes qué Miguel Ángel? Hay algo que me carcome. He montado una empresa y he trabajado en ella día y noche durante 35 años. He probado a montar negocios que han funcionado y otros que han fracasado, pero creo que no he dejado un legado por el que se me reconozca más allá del ámbito empresarial en el que se mueve Frialsa.»
Y dicho esto me dijo: «confío en ti para que me ayudes a darle forma». Me emocioné por la confianza y, a la vez, me acojoné por la responsabilidad. «Paco, tu estás jubilándote y yo soy un mocoso». «Ya. ¿Y qué? En este tiempo me has demostrado que puedo confiar en ti. Eres bueno en tu oficio pero, sobre todo, eres una buena persona. Creo que nadie como tú ahora mismo para esto que te estoy pidiendo.»
Recuerdo que se fue de la oficina y yo me quedé sentado, solo, en la sala de reuniones, con la mirada perdida. Durante una semana entera traté de asimilar las palabras y encajarlas en el contexto. Empecé a trabajar en ello como si fuera un proyecto empresarial más y, a los dos meses, me di cuenta de que estaba haciendo el tonto. Esto no era un plan estratégico. Era mucho más. Dejé los excel, los dafos, los postits y, de esa manera, pude visualizar el proyecto.
Quedé con Paco y le dije: «lo tengo». Le conté la idea y me dijo: «lo tenemos. Vamos a hacerlo juntos». «Pero Paco, es tu proyecto». «Si he confiado en ti para la idea, ¿cómo no iba a contar contigo para la ejecución?» Como casi siempre con Paco, una frase bastaba para emocionarte.
Nos pusimos a ello en septiembre. En realidad se puso a ello Carmen, su hija, que trabajó a destajo día y noche para tenerlo listo el 4 de noviembre, con una semana de plazo para inaugurarlo porque Paco tenía un viaje programado a Argentina hacia mediados de mes y no quería perderse en modo alguno la inauguración. Hace unas semanas me llamó emocionado: «Estoy con un amigo y le he contado el proyecto. Me ha preguntado cómo se va a llamar y se lo he dicho. Cuando me ha preguntado por qué, le he contado la verdad y no se la ha creído. Le he explicado entonces la historia inventada que tú propusiste y se ha ido mucho más satisfecho. Esto significa pues que el nombre es bueno y que estoy aprendiendo marketing, a mis años». Humor y generosidad que trataré siempre de llevar conmigo.
El jueves 27 de octubre recibí la llamada de Felip, su mano derecha los últimos 25 años, absolutamente roto, y me dio la noticia. El corazón de Paco no aguantó más. Colgué el teléfono, me fui a la thinking room de la oficina y me puse a llorar. Y Araceli. Y el resto de la empresa.
No abunda la gente que, desde la discreción, la humildad y el amor hacia sus pasiones, se pone en medio de tu camino en la vida para darte lecciones de cómo vivirla, a diario. Solemos decir que cuando alguien se va, deja un hueco irremplazable. Lo que puedo decir de Paco es que no dejó un hueco, sino que rellenó muchísimos de los míos y no podré más que estarle agradecido. Deja en su mujer, hijos, nietos, familiares y amigos una huella imborrable. Y a mí, entre otras cosas, un ejemplo a seguir.
Gracias, Paco.
Gracias Miguel Angel ,por tus palabras, no te conozco pero espero poder darte la mano y las gracias personalmente. Yo soy un sobrino de Paco Najar, me ha emocionado tus sinceras palabras, has podido plasmar lo mismo que yo sentía por Paco, era una persona «enorme», en todos los aspectos, era como mi segundo Padre, amigo, confesor, maestro, y muchos mas adjetivos. Él me enseño a tener pasión por lo que haces, por la familia, los amigos, los hijos,…Era el mejor anfitrión, en cualquier celebración o reunión, siempre se preocupaba por darte lo mejor y hacerte sentir siempre cómodo, siempre tenia las palabras adecuadas en todo momento y siempre sabia sacarte la risa con su genial sentido del humor. Nunca pensé en no poder volver a charlar y reír mas con él, mi vehículo siempre que paso cerca sigue queriéndome llevar hacia Mercapalma, para poder tomar ese café juntos en Frialsa. Deja un hueco muy difícil de llenar, la vida es injusta te golpea y te quita siempre lo mas preciado , lo mas querido, en el peor momento. Intentaremos seguir adelante, intentaremos guardar su recuerdo, e intentaremos ser un poco de «Paco», en cada uno de nosotros y seguro que con eso él se sentirá orgulloso. Yo al menos voy a intentarlo, se que no podré tener su carisma, pero ante cualquier decisión , o problema intentare afrontarlo como él me enseño.
Gracias, Gracias, Gracias.