UN EVENTO HOMENAJE AL ESTUDIO DE ANIMACIÓN JAPONÉS
Ariadna Salvador, todo imaginación
Llámalo Ghibli fue un evento locura. Una locura de sabores y emociones en cada paso que la chef de Ninumá propuso a los treinta comensales que quisieron aventurarse, con ella y el equipo de Clandestí Taller Gastronòmic, a jugar con el cine nipón. Para empezar, convertir el restaurante de Pau Navarro en el Japón de Ghibli fue un bonito trabajo de orfebrería grupal, con pantalla, proyecciones y, por supuesto, banda sonora. Un trabajo ni la mitad de intenso del que hizo Ariadna en cada propuesta. Porque no se trataba de recrear los platos de las películas, sino de seleccionar una secuencia y una emoción de cada título, casi todas relacionadas con la gastronomía, y convertirla en un bocado que transportara justo a ese momento.
Si hay un estudio de animación en el mundo que destaque con cada una de sus películas es, perdónanos Pixar, Studio Ghibli. Un grupo de personas que trabajan desde Japón y son capaces de elegir cualquier situación, por inverosímil que parezca o real que sea, y conseguir que la sientas como propia y te emociones con ella. Eso se llama magia. Y, en ese estudio, sobresale, sin llamar la atención, un nombre: Hayao Miyazaki (Bunkyo, 5 de enero 1941), un director que sigue dibujando a lápiz y demuestra que (casi) nada es imposible si disfrutas de hacerlo. Así, como suena: (casi) nada. Exactamente la misma filosofía que sigue Ariadna Salvador, la mujer del pelo rojo y la imaginación de todos los colores, a pesar de ir vestida siempre de negro. Por eso se le ocurrió la idea de crear un menú de diez pasos basado en diez de las películas del estudio. Por eso, y porque es un genio. Y no pudimos sino apoyarla en todo.
Por películas y platos, esto fue lo que se sirvió.
- Ponyo en el acantilado. Tostadita de brioches, con anchoas, huevas y kumquat.
- Mi vecino Totoro. Ensalada fresca de pepino marinado.
- El castillo ambulante. Brocheta de papada a la brasa, salsa holandesa y cebolleta en vinagre.
- Haru en el reino de los gatos. Paté al Calvados con pan sardo de gatitos.
- La princesa Mononoke. Consomé ligero, con dim sum de setas.
- Nicky, aprendiz de bruja. Pastel hojaldre de calabaza y arenques en mostaza.
- Porco Rosso. Pasta all’amatriciana: tomate cherry, cerdo negro y queso mahonés.
- Laputa: El castillo en el cielo. Estofado tiger moth (ternera a la jardinera).
- La tumba de las luciérnagas. Gominolas de Sakuma drops y bombones en su cajita.
¿El resultado? Un viaje en cada paso y una sorpresa en cada mordisco. Porque todo tenía un sentido y un pedazo de las emociones de Ariadna. ¿La sensación posterior? Quiero más.
Y gracias a Clandestí, Taller gastronòmic, y todo su equipo, a Begudes Puig y, por supuesto, a todos las y los que os prestáis a jugar con nosotros. Esto hay que repetirlo. Seguro. Lo haremos. Sigan atentos a sus pantallas.
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