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La cálida despedida al emblemático bar Cristal

Hay un lugar en Palma que dice adiós después de medio siglo de actividad: el bar Cristal. Tras 63 años de cafés, cañas, comidas, fiestas y un ir y venir constante de personas, la familia Ramis despide este bar de aire francés que lleva desde 1954 en la misma esquina de Plaza España acogiendo y sirviendo a mallorquines y turistas.

Para las personas de paso podría parecer un bar más en una plaza céntrica del centro de Palma pero para Tomeu Ramis, chef de Vidre Bistro Bar, profe de los Chefs(in)Kids pero, sobre todo, hijo y nieto de los dueños del bar Cristal, es su hogar. «Mis abuelos vivían en la parte de abajo del bar, lo que ahora es el almacén, así que yo siempre estaba en esta casa. Desde pequeño ya me pusieron al frente de la caja registradora. Era de las antiguas así que tenía que poner los precios a mano y como no llegaba a la barra, me subían a dos cajas de Coca-Cola vacías. Mi misión era picar todo lo que decían los camareros. Siento que empecé a trabajar en el bar Cristal desde pequeño», cuenta con añoranza. Y nos envía una foto que le tomó su tía el día de la fiesta de despedida del Cristal a donde se trasladó con sus compañeros de Vidre.

Y es que el Bar Cristal está ligado a la familia Ramis desde el principio. En los años 50, el abuelo de Tomeu aprendía Hostelería en Francia. Cuando regresó a Mallorca quiso traerse ese ambiente francés que había conocido y apostó por un bar diferente a lo que se conocía hasta el momento en la isla.

Con los años el Bar Cristal se convirtió en un punto de encuentro para los mallorquines que iban a la capital y así ha seguido siendo hasta su despedida. «Los de la edad de mi padre, la gente del pueblo cuando venían en autobús o a la estación de tren se bajaban en Plaza de España, todavía sigue siendo así, pero antes no todo el mundo tenía coche y la gente se quedaba en el bar Cristal».

Seis décadas después, ese espacio único de ajetreo, alegría y tradición dice ‘adiós’ para dar paso a un nuevo local totalmente diferente y probablemente impersonal, fruto de los cambios que sufre la ciudad donde los negocios emblemáticos son sustituidos por grandes franquicias que son las únicas que pueden pagar los exhorbitantes alquileres que se piden. «La vida que va a haber ahora será de paso porque la gente no se va a quedar, no tienen ningún sitio donde quedarse», explica Tomeu aclarando que no cierran por gusto sino por causas externas. «Ese es el mal sabor de boca que le queda a la familia».

Tomeu abrió hace dos años su propio restaurante en Palma: Vidre. El nombre se lo puso en honor al bar Cristal y a su familia (vidre es cristal en catalán), como recuerdo a toda su etapa trabajando y viviendo en el hogar donde más de una vez se imaginó llevando el negocio familiar. «Si hay una cosa que me da pena es no haber podido cocinar en el bar Cristal, porque soy cocinero no cafetero, como dice mi padre», explica.

El 5 de septiembre, después de 63 años desde su apertura en la esquina de Plaza España, el bar Cristal recoge las sillas, el toldo y las mesas para colgar el cartel de cerrado permanentemente. «Tenemos muy asumido que vamos a cerrar pero que seamos conscientes de ello es diferente. Hasta que no lo veamos cerrado, pasemos por ahí y no veamos la terraza montada creo que no nos daremos cuenta». Y es que toda persona que alguna vez haya pasado por plaza España recordará que ahí estuvo el emblemático bar Cristal. Hasta siempre.

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