Mallorquín de nacimiento, no puede esconder su ascendencia madrileña. Por apertura de ideas, por cultura, por visión de su trabajo. De hecho, una vez terminado el bachillerato en la isla, voló a la ESHT Casa de Campo de Madrid para empezar sus estudios de cocina. Allí compaginó su educación gastronómica con Paco Ron, en Viavelez, y Luis Arévalo, en Kena. Tras pasar por las dos estrellas Zaranda y llevar la dirección gastronómica de Gaïo, en Saint Tropez, regresó a la isla para ser el chef ejecutivo de L’Àtic, el restaurante de la última planta del Hotel Saratoga, en el centro de Palma. Dicen los críticos que su cocina es renovación constante, pero él tiene claro que la gastronomía viene dada por la vivencia de cada uno y ser adalid de un solo concepto, como la creatividad o el producto local, es contraproducente. Tampoco cree en exceso en los reconocimientos a la hora de ponerse tras los fogones. “Somos cocineros, no estrellas del rock. Nuestro trabajo es dar de comer bien a nuestro cliente”, afirma. De ahí que su cocina sea de las de desnudar el producto, dejarlo sin artificios y, en ocasiones, sin más ingredientes que él mismo. El más joven de los miembros de Chefs(in) tiene claro que no hay mejor firma que lo que se sirve en el plato, y que lo complicado es conseguir que el producto sea el protagonista, sin manipularlo o añadirle elementos para que el plato sea redondo.