Dice Andrés Benítez que su perfil es el de una persona enamorada de su profesión, en la que ha centrado los últimos doce años. Que su prioridad es la de formarse continuamente con una línea muy marcada a la hora de cumplir sus objetivos. Pero si uno prueba sus platos, se da cuenta que esto no se trata de objetivos, ni de caminos ni de formaciones. Ante una de sus creaciones, se tiene la certeza que se trata de pasión, de ganas, de amor, de intuición, de no tener límites más que los que los que él mismo quiere (o necesita) ponerse en cada paso que da.

Porque Andrés Benítez le ha dado la vuelta a la composición y la creación gastronómica clásica, al plato de carne o pescado, acompañado. Su visión de cada bocado da prioridad a las verduras, a las que le añade carne o pescado en segunda línea. Y eso, querido equipo de aventuras cocineras, es una magnífica sorpresa para el paladar.

«La inteligencia es sexy», decía Benedict Cumberbatch en su papel de Sherlock en la magnífica serie de la BBC. La de Andrés Benítez es, además, verde. Déjense seducir.