«Una comida sin un buen postre es como un traje muy elegante sin una corbata». Fernand Point, considerado como el creador de la cocina francesa moderna, así lo afirmaba. No le faltaba razón. Un postre tiene que ser un cierre redondo en la mesa.
Nunca he sido muy goloso pero siempre me ha gustado mucho la repostería. Puede que en este campo haya encontrado el orden, la medida y la disciplina que se le presupone a cualquier chef.
Recuerdo aún mis inicios con mi madre en Can Amer y después la oportunidad que tuve de aprender con el maestro Pomar de Campos. ¡Cuánta sabiduría había en sus manos y en sus palabras!
De joven aprendí que la repostería es proporción, es matemática pero también imaginación. Hay que ser respetuoso con la tradición, pero tener atrevimiento. No hay que tener miedo a experimentar siempre que busquemos coherencia, sabores nítidos y claros. Para lograrlo os contaré el mayor de mis secretos: siempre, siempre trabajar con producto fresco, de calidad y de temporada.
¿Os suena aquella frase “Menos es más”? Pues es lo que intento trasladar a mis recetas de repostería. Un buen ejemplo serían los helados artesanos que preparamos en el Celler Can Amer. Lo hacemos como toda la vida, sin añadidos, sin ornamentos. Buscamos un producto puro, fresco: hierbabuena, frutos rojos, albaricoques, mango…fruta de primera calidad y la tratamos con esmero. Respetamos los tiempos y la receta. ¡Todo ello con mucho cariño!
Aquel plato que parece más sencillo puede ser el que más sorprenda, el que más conquiste. Como ya he dicho, usando buena materia prima y a ser posible producida aquí mismo, el resultado será exquisito.
Os podría recomendar por ejemplo un flan de nata combinado con un sorbete de frambuesas. Ligero, sencillo, con variedad de sabores, con un cierto contraste entre sabores ácidos y dulces.
Esta es la repostería que amamos en Can Amer. Lo mismo es aplicable a mouses, cremas, pasteles…..chocolate, frutos secos, confituras, limón…¡Hay tanto para combinar en postres!
¡Que aproveche!